Los ganaderos implicados en el despeñamiento de las 61 novillas de raza Parda de Montaña siguen intranquilos


Jaca (Huesca) - 2012-06-26 23:02:41
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Tres días después del trágico siniestro de las 61 novillas de Raza Parda de Montaña despeñadas en Aragües del Puerto, los ganaderos siguen intranquilos por la situación vivida y porque desde el Gobierno Aragonés aún no les han dado ningún tipo de explicación.

“Nadie se ha dirigido a nosotros hasta ahora ni nos ha dicho nada. No entendemos que n o nos hayan llamado. Seguimos intranquilos; es lo más grave que he visto en mi vida”, nos comenta José Manuel Macarulla, director ejecutivo de la Asociación de Criadores de la Raza Bovina Parda de Montaña (ARAPARDA).

Y es para estar intranquilos porque las primeras declaraciones de la administración regional excluyen la posibilidad de que la causa haya sido el oso.

La investigación continúa en la zona del Pirineo jacetano (municipio de Aragüés del Puerto) donde este fin de semana morían 61 vacas. Nadie sabe qué pudo ocurrir. Este martes han continuado las indagaciones. Pablo Munilla, director general de Conservación del Medio Natural, reconoce que es algo que nunca antes se había visto; dice que es algo singular. Incide en que lo que provocó la huida de las vacas tuvo que ser extraordinario; no obstante, se inclina a pensar que no pudo ser un oso, ya que los más cercanos estaban localizados días antes lejos de la zona del suceso.

Desde ARAPARDA se anuncian posibles medidas legales para reclamar indemnizaciones por las 61 reses muertas en caso de que "no sepamos nada" a lo largo de los próximos días. José Manuel Macarulla indicó que la Asociación (ARAPARDA) se mantiene a la espera de una respuesta de la DGA. "Esperamos no tener que llegar a este punto", agregó. Para ARAPARDA, ni perros silvestres ni humanos pudieron causar el siniestro. Solo un oso: "No se va a encontrar rastro del oso porque está todo muy seco pero a veces basta con aplicar la lógica y nos dice que tiene que ser el oso el causante, además es zona de paso para ellos", aseveró.

Mientras, los ganaderos implicados, tampoco salen de su asombro. José María Miranda, uno de los propietarios, afirmó en Radio Huesca, que algo hizo a las novillas salir de estampida, despeñándose entre las rocas. Dice también que nadie recuerda algo similar.

En las rocas se han encontrado patas arrancadas, pelo y piel de las reses incrustado en los peñascos,... una imagen dantesca de algo que ocurría en la noche del viernes al sábado.

En el rebaño iban más de 70 novillas, resultando muertas 61. Pertenecen a una media docena de ganaderos, algunos de ellos muy jóvenes (con importantes inversiones y sin posibilidad económica de haber suscrito seguro). Las novillas muertas iban a constituir la base de las explotaciones ganaderas de los próximos años.

Las reses afectadas eran lo mejor de lo mejor. Eran novillas seleccionadas; iban a estar pastando durante el verano en una zona perteneciente a la Mancomunidad Aragüés-Jasa. Cada novilla tenía un valor de unos 1.800 euros.

José María Miranda apunta que, además, ahora se tienen que enfrentar a qué hacer con las novillas muertas. Dice que sería sencillo si se tratara de un terreno de tierra y de únicamente una o dos vacas. En cambio, estamos hablando de zona de roca (a más de 2.500 metros de altitud) y de un número elevado de reses.

Fernando Carrera, presidente del Colegio de Veterinarios de Huesca, reconoce que el suceso ha sido muy extraño, ya que puede producirse una estampida cuando hay una importante tormenta con aparato eléctrico; en cambio, en la noche del suceso no hubo tormenta alguna. Habla de la posibilidad de animales asilvestrados. Es en lo que coinciden los ganaderos, llegando más allá estos, que apuntan a la posibilidad del oso como causa del siniestro.

Pablo Munilla apuntó apunta que los cadáveres de las vacas serán dejados allí, a más de 2.500 metros de altitud. Al ser un punto inaccesible, no se aplicará la normativa vigente. Si no hay riesgo de contaminación de algún manantial o arroyo, los buitres darán buena cuenta de las reses.

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