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La nueva hoja de ruta de la Comisión Europea sobre la agricultura busca equilibrar los objetivos de sostenibilidad económica y ambiental, cambiando obligaciones por incentivos verdes, en un guiño a los productores.
El documento, presentado la semana pasada, habla de un sector agroalimentario que trabaje "de la mano con la naturaleza" en un contexto en el que vayan juntas la descarbonización y la competitividad.
En respuesta a los agricultores que el año pasado se manifestaron en la Unión Europea (UE) contra la carga burocrática y las exigencias ambientales, Bruselas apuesta ahora por llevar a cabo "políticas efectivas que incentiven las buenas prácticas, con enfoques adaptados a las necesidades específicas".
Su visión sobre el futuro de la agricultura y la alimentación incluye el impulso de la bioeconomía y del mercado voluntario de créditos de carbono como formas de diversificar los ingresos de los productores y proteger el medio ambiente al tiempo.
La Comisión también se refiere a la reducción del uso de pesticidas dañinos, aunque antes de estudiar cualquier prohibición se compromete a tener en cuenta la disponibilidad de alternativas.
Asimismo, tiene intención de presentar pronto su estrategia de resiliencia hídrica y evaluar la directiva de nitratos a finales de 2025.
Para Cooperativas Agroalimentarias de España, Bruselas reconoce la necesidad de "afinar su respuesta a los desafíos del sector y reforzar la autonomía estratégica y la soberanía alimentaria", sin perder de vista los objetivos de protección de la naturaleza y descarbonización.
Sin embargo, las cooperativas lamentan que los objetivos ambientales se mantengan al mismo nivel que los de competitividad, y que haya una "excesiva búsqueda de nuevas fuentes de ingresos para los agricultores como los créditos medioambientales".
Del otro lado, los grupos ecologistas critican que los planes europeos hacen poco por reducir las amenazas medioambientales, climáticas y socioeconómicas a las que se enfrenta la mayoría de los agricultores.
Según Greenpeace, se propone relajar las normas ambientales para recibir subvenciones agrícolas de la UE, no se precisa la forma de reducir las emisiones contaminantes del sector ni se menciona un fondo de transición justa.
La responsable de Políticas y Cambio Climático de la Fundación Global Nature, Vanessa Sánchez, sostiene que la nueva visión de Bruselas "marca un cambio en la narrativa del Pacto Verde Europeo en materia agrícola", alejándose de un enfoque basado en regulaciones estrictas para avanzar hacia un modelo de incentivos.
A su juicio, se desdibujan así los objetivos ambientales más ambiciosos planteados en las estrategias "De la Granja a la Mesa" y de biodiversidad.
"La Comisión propone una agricultura más flexible para los agricultores, con menos restricciones normativas y un mayor énfasis en la rentabilidad económica", destaca Sánchez.
La experta considera que la aplicación del Pacto Verde dependerá de la efectividad de los incentivos y aboga por diseñar mecanismos de control adecuados.
La Fundación Global Nature ve mejoras en los incentivos ambientales y la simplificación de la Política Agraria Común (PAC), pese a haber lagunas como la falta de compromisos concretos y ambiciosos para hacer frente a la crisis climática y la pérdida de biodiversidad en el sector agrario.
Además, llama a introducir incentivos "justos y accesibles" para todos los agricultores, mantener estándares ambientales mínimos obligatorios, acabar con los subsidios a los insumos dañinos para el medioambiente y priorizar el uso sostenible del agua, especialmente en las regiones con mayor vulnerabilidad climática.
Belén Delgado