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El campo vive a su manera el paro general: hay agricultores que han mantenido su actividad con normalidad, otros que han secundado la convocatoria y los hay con el espíritu de huelga que han hecho de tripas corazón y cumplir con obligaciones que no entienden "de política ni días libres".
Ángel Dono regenta una explotación con 80 vacas en la comarca de las Ordes, en La Coruña, y asegura a Efeagro que hoy ningún proveedor ha entrado en su explotación a llevarse la leche.
Este joven ganadero ha decidido secundar la huelga por diversos motivos, sobre todo por que "la mala gestión de las administraciones está arruinando al sector" y servicios como la sanidad y la educación "se están desmantelando".
"Nos están quitando la atención a los mayores, el preescolar del 0-3 años, están cerrando los colegios del rural y para hacer alguna actividad con mi hijo me tengo que desplazar al menos 20 kilómetros", ha afirmado Dono.
Con todos los recortes, en su opinión, se está provocando que la gente "corra más hacia las costas y lo rural se quede abandonado".
En cuanto a su situación laboral cree que en estos momentos solo consigue "malvivir", porque los costes de producción superan a los del precio de la leche "y nos están arruinando sin remedio".
También complicada es la situación de Lorenzo Rivera, de Peleas de Abajo (Zamora), miembro de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) y que trabaja junto a sus dos hermanos en una cooperativa de explotación comunitaria en la que combinan la cría de cerdos con cultivos como el de la remolacha.
Hoy hacen huelga; y eso significa que en una jornada como esta, de invierno y en plena sementera, en lugar de estar 10 horas en el campo han acudido a su explotación solo un par en la mañana para dar de comer a los animales y suministrarles algunas medicinas.
"Son nuestros servicios mínimos, porque los animales no entienden de huelgas ni de días festivos", ha explicado Rivera, quien se queja de cómo el recorte de presupuestos de administraciones como la Junta de Castilla y León ha afectado directamente a su explotación.
El precio del seguro de retirada de cadáveres se ha duplicado, la subvención por plantación de remolacha prácticamente se ha esfumado y, según ha resaltado, "vivimos en un pueblo de 240 habitantes y van a eliminar el centro de salud que tenía dos médicos y una enfermera.
¿Qué va a hacer la gente mayor?".
Esta tarde se desplazará hasta Zamora para acudir a la manifestación; ¿la sementera?, le da igual; "por perder 4 o 5 horas no pasa nada", ha indicado.
Pero hay quienes dependen de la siembra, y por ejemplo Heliodoro Armas, agricultor de Berceo (La Rioja) y miembro de la Asociación Agraria Jóvenes Agricultores (Asaja), es de los que no se puede permitir ir a la huelga: tras varias jornadas seguidas de lluvia, hoy, que ha amanecido el día despejado, toca sembrar trigo y cebada.
"Comparto todas las reivindicaciones de esta huelga", ha afirmado, convencido de los motivos, aunque escéptico en los resultados: "Los agricultores nos manifestamos muchas veces, pero nunca cambia nada".
Aunque le gustaría, esta tarde no acudirá a la manifestación convocada en Logroño, porque la obligación del campo es acuciante: tiene que aprovechar la jornada de sementera al completo.
Tampoco ha hecho huelga Juan Antonio Ríos; se ha levantado esta mañana, como cada día, a las 7.00 horas para atender a su ganado compuesto por 3.000 cerdos ibéricos, 300 ovejas, 95 vacas y más de cien becerros en la localidad cordobesa de Villanueva de Córdoba, en el valle de los Pedroches, unos animales que ya le esperaban ansiosos.
Ríos ha reconocido, elocuente, que "depende de sus animales, que nada tienen que ver con los políticos" y se pregunta "qué ganamos con no echarle de comer, no perjudico a ninguno" y, además, dejar de alimentar a su ganado supondría "echar piedras contra mi propio tejado".
Ha admitido que la situación en el campo no es fácil y que prácticamente "estamos cambiando dinero", fundamentalmente por el aumento de los piensos de hasta un 140 %.
No obstante, ha insistido en que los trabajadores agrarios y ganaderos están "más acostumbrados a perder, porque vivimos dependiendo de la climatología y cuando viene el revés perdemos dinero", por lo que sigue con la filosofía que aprendió desde pequeño, "guardar en los años buenos, para cuando vienen los malos".
Lucía Ruiz Simón y Carmen de Águeda