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Bajos precios agrícolas, sequía y protestas del lácteo marcaron el 2012


Madrid - 2012-12-16 13:04:05
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El campo ha afrontado en 2012 bajos precios, sequía, austeridad en los apoyos públicos y desequilibrios en la cadena de valor y se vio inmerso en protestas -como en el caso del lácteo-, aunque el sector agroalimentario aguantó la crisis y fue foco de atracción para los desempleados de otros ámbitos.

Ha sido un ejercicio especialmente malo en lo climatológico -hubo sequía, graves incendios e inundaciones-, que no facilitó el trabajo a muchos agricultores y ganaderos; mientras que en el lado positivo estuvo el avance en los mercados internacionales.

El sector primario y agroalimentario despuntó en plena crisis por el vigor de las salidas exteriores de aceite (con récord histórico), vino, frutas y hortalizas y cárnicos, aunque no siempre a buenos precios.

La subida de costes generalizada impactó con dureza en la cuenta de resultados de las explotaciones durante 2012, pero la exportación fue la llave que evitó el colapso en muchos sectores, especialmente en el ganadero, sumido en una de las peores crisis que se recuerdan por la sequía y el encarecimiento de cereales, forrajes y piensos.

El ejercicio arrancó con la entrada en vigor de la integración de los asalariados agrícolas en el Régimen General a través de un sistema especial que equipara sus prestaciones a las del resto de empleados por cuenta ajena, una demanda histórica de este colectivo.

Este año trajo, además, la primera huelga de entregas de leche en la historia de España, realizada en protesta por los bajos precios.

No fueron las únicas movilizaciones; los agricultores han participado activamente en los actos convocados contra la crisis agrícola y denunciaron "los recortes" en los servicios públicos del medio rural.

Entre las cuestiones objeto de crítica por el sector estuvo el impacto de los acuerdos de liberalización; el 1 de octubre entraba en vigor el nuevo convenio de asociación con Marruecos, pero Rabat -según denuncian los productores- incumple lo pactado, lo que provoca pérdidas millonarias a productores de hortícolas españoles, sobre todo a cultivadores del tomate.

Por su parte, el Gobierno, a través del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, que dirige Miguel Arias Cañete, impulsó una amplia agenda reformista en su intento de atajar los problemas estructurales que arrastra la agricultura.

Apostó por una propuesta de modificación de Norma de Calidad para evitar el fraude en el mercado del ibérico, pero abrió con ello una guerra entre operadores económicos, aún inacabada.

Impulsó, además, dos anteproyectos de Ley -sobre la cadena alimentaria y sobre integración de cooperativas y otros operadores-, largamente esperados en el sector para luchar contra la debilidad de los agricultores y ganaderos frente a industria y gran distribución.

El ministro se ha implicado en la búsqueda de soluciones para sectores en crisis, en incluso logró sentar en la misma mesa a operadores hasta ahora irreconciliables -como industria, gran distribución y ganaderos lácteos- e incluso arrancar compromisos para trabajar en común para "poner en valor" la producción.

La agenda reformista del Magrama continuará en 2013 con un programa de investigación e innovación y un plan de internacionalización de las empresas agroalimentarias, al tiempo que participará activamente en el lanzamiento de la "marca España".

A nivel comunitario, el debate se centró en las perspectivas presupuestarias para el periodo 2014-2020, con una propuesta sobre la mesa del presidente del Consejo, Herman Van Rompuy, con la que España perdería unos 20.000 millones.

De momento, todo apunta a que la campaña 2013/2014 de la Política Agraria Común (PAC) se hará con el presupuesto actual y que la Unión Europea no aprobará las nuevas perspectivas financieras hasta 2013.

Los agricultores se muestran muy preocupados por esta reforma agrícola que, en su opinión, les impone más condicionantes ecológicas y costes pero con menos ayudas públicas, y porque -según consideran- no soluciona los problemas de complejidad administrativa y el desequilibrio e "injusto" reparto de las subvenciones agrícolas.

Ahora, el sector primario se prepara para afrontar un 2013 que será decisivo para agricultores y empresas agroalimentarias en un contexto económico muy adverso, pero aún con posibilidades de recorrido en ventas gracias al dinamismo del mercado exterior.

 

Ginés Mena

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