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Los máximos responsables de las organizaciones agrarias representativas Asaja, COAG y UPA han asegurado que el campo se juega su futuro en el consejo de ministros comunitarios del lunes, en Bruselas, día en el que bajo su unidad de acción han convocado una gran demostración de fuerza en Madrid.

El presidente de Asaja, Pedro Barato, y los secretarios generales de COAG y UPA, Miguel Padilla y Lorenzo Ramos, han acudido al podcast Efeagro Punto de Encuentro, en el que ha sido un debate conjunto sobre las dificultades del sector, su apuesta por la unidad de acción y la defensa de su interlocución con el Gobierno, ahora en mesas de trabajo sobre las medidas presentadas por el Ejecutivo.

De cara al 26 de febrero, Barato ha afirmado que se "juegan su presente y su futuro", porque a su juicio las políticas europeas "ponen en riesgo la producción" comunitaria, una idea en la que coincide Padilla, para quien determinados fines medioambientales "van a lograr la destrucción de los profesionales del campo".

Ramos ha subrayado dicho temor, tras añadir que las movilizaciones son la prueba de que "aquí las cosas no van bien" y es necesario recuperar el planteamiento con el que nació la Política Agraria Común (PAC) de "garantizar la alimentación sana segura y saludable de todos los ciudadanos de la Unión Europea (UE)".

Los tres dirigentes han insistido en sus intervenciones en el respeto por todas las convocatorias de protestas celebradas en España, siempre "que no sean violentas".

Las medidas

Y han compartido como cuestiones básicas como la simplificación burocrática, la voluntariedad del cuaderno digital, las cláusulas espejo respecto al uso de fitosanitarios en terceros países o los ecoesquemas, que suponen cumplir determinadas prácticas ambientales para cobrar ayudas.

Barato ha insistido en que además de a Bruselas también hay que pedir responsabilidades al Ejecutivo, y no sólo a Agricultura sino a departamentos como el de Medio Ambiente en políticas como la protección del lobo, mientras desde UPA han valorado que las cosas se empiecen a ver de otra manera a partir de las medidas propuestas y el sector pueda hacer su trabajo de la mejor manera.

Miguel Padilla ha remarcado que no sólo se trata de cumplir normas sino de además justificarlo, lo que supone una "burocratización" de su actividad, que se suma a una situación afectada por problemas "muy diversos", empezando por la sequía, la disminución de la producción, la competencia desleal o la exigencia de prácticas que no corresponden con la realidad agronómica de los territorios.

En el podcast se han tratado también las consecuencias de la guerra de Ucrania, cuando se cumplen dos años de su inicio, y que tuvo un impacto directo no sólo en la disponibilidad de cereales para alimentación animal (España era su primer comprador) sino en los precios de insumos como los fertilizantes o la energía.

En cuanto a las cláusulas espejo, han insistido en que nadie quiere cerrar los mercados sino que las cosas que vienen de otros países "tengan suficiente garantías" y se inspeccionen ("no sólo en España, sino por ejemplo en Rotterdam, para evitar que entren plagas", según Barato) y que, además de los fitosanitarios, se recuerde que hay competencia desleal social por los salarios.

Además, han reclamado que a la hora de firmar acuerdos comerciales Bruselas tenga en cuenta que hay sectores para los que pueden suponer "la ruina", como asegura Padilla, quien pide por tanto que se tengan "las mismas condiciones de juego", o Ramos, para el que es fundamental que los consumidores comprendan que si no se produce en España no se soluciona diciendo que lo traigan de fuera.

Han concluido su participación en el podcast apostando por la unidad de acción -"que llevamos ejerciendo muchos años", aparcando las "diferencias internas para ir con una reivindicación justa"; por que no vengan a "buscarlos con otros discursos que no se centran en los temas que de verdad" importan al sector, y por continuar trabajando desde el "máximo rigor y energía" para que la respuesta de la administración sea poner medidas sobre la mesa.

Laura Cristóbal