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España ha activado el mayor dispositivo de vigilancia y control sanitario de las últimas tres décadas tras confirmarse seis jabalíes muertos por peste porcina africana (PPA) en la sierra de Collserola (Barcelona), un episodio que reabre una enfermedad erradicada en el país desde 1994 y que ha desencadenado restricciones territoriales, bloqueo de exportaciones y la máxima alerta en el sector porcino, clave para la economía española.
Los servicios veterinarios confirmaron primero dos positivos en Cerdanyola del Vallès, a los que se sumaron en las horas siguientes otros cuatro jabalíes localizados en la misma zona forestal. La Generalitat activó de inmediato el protocolo de contingencia, que incluye la búsqueda sistemática de nuevos animales muertos, la instalación de trampas de captura, el refuerzo del material de desinfección y el establecimiento de un perímetro de seis kilómetros con acceso restringido únicamente a residentes.
Un segundo anillo de 20 kilómetros, que afecta a 76 municipios, incluida parte del término municipal de Barcelona, ha quedado sometido a fuertes limitaciones: se prohíben las actividades organizadas al aire libre —como excursiones a pie o en bicicleta— y se ha desplegado un dispositivo conjunto de Agentes Rurales, Mossos d’Esquadra y policías locales para garantizar el cumplimiento.
Dentro de esa zona ampliada se encuentran 39 granjas porcinas, cuyos movimientos de entrada y salida han quedado restringidos. Todas ellas están sometidas a inspecciones clínicas, toma de muestras y controles epidemiológicos, con el objetivo de impedir que el virus alcance al ganado doméstico, donde su letalidad roza el 100 % entre los 6 y 20 días posteriores a la infección.
La detección de la enfermedad ha tenido un impacto inmediato en el comercio exterior:
121 certificados de exportación han quedado bloqueados en cerca de 40 países.
Aunque el mercado interior de la Unión Europea permanece abierto gracias a la regionalización, la atención se centra en China, principal cliente del porcino español. Según el Ministerio de Agricultura, el país asiático aceptaría previsiblemente restringir únicamente la entrada de carne y derivados procedentes de la provincia de Barcelona, pero vetará la importación de tripas porcinas de toda España. Un total de 14 industrias cárnicas catalanas se verían directamente afectadas.
España factura más de 8.000 millones de euros anuales por la exportación de productos del cerdo a 130 mercados, de los que 1.000 millones corresponden a China. El país es el segundo exportador mundial y el primero de la UE, por lo que cualquier interrupción prolongada supone un riesgo económico notable.
Desde el Ministerio, su director general de Sanidad de la Producción Agroalimentaria, Emilio García, ha llamado a la calma y confía en reanudar progresivamente los certificados en aquellos destinos que garanticen la recepción del producto sin incidencias. El Gobierno mantiene consultas bilaterales con países terceros y actualizará periódicamente los cambios.
El Ministerio de Agricultura ha reclamado extremar las medidas de bioseguridad tanto en explotaciones porcinas como en zonas con presencia de jabalí, además de reforzar los controles en el transporte de animales. Las comunidades autónomas deben comunicar cualquier sospecha, y ya se ha abierto una investigación sobre el origen del brote, que podría haberse producido por el contacto de fauna silvestre con productos cárnicos contaminados o residuos abandonados en áreas de servicio.
La Generalitat reconoce que el impacto es “grande”, especialmente por el freno inmediato a las exportaciones, aunque subraya que ninguna granja catalana ha registrado casos hasta la fecha.
El sector productor ha reaccionado pidiendo serenidad y máxima coordinación. La interprofesional Interporc destaca que España ha demostrado un “sobresaliente nivel de vigilancia y control” al detectar el foco de forma temprana, y recuerda que las explotaciones cumplen estrictos planes de bioseguridad.
El investigador Christian Gortázar, catedrático de Sanidad Animal del CSIC–UCLM y una de las principales referencias europeas en PPA, afirma que la llegada del virus “no ha sido una sorpresa” y que Cataluña es “una región muy preparada para actuar”, aunque advierte de la elevada densidad de jabalíes en Collserola, una de las más altas del país.
Gortázar explica que la contención debe apoyarse en tres pilares:
Evitar cualquier perturbación que provoque movimientos de fauna.
Reducir la densidad de jabalí en el entorno inmediato mediante captura, sacrificio controlado o caza intensiva.
Retirar de forma sistemática los cadáveres, tarea esencial porque el virus puede sobrevivir meses incluso en los huesos.
El experto señala que los animales infectados han aparecido entre dos autovías, una circunstancia que podría favorecer la contención del foco. No obstante, advierte de que la situación “será crítica” si en los próximos días se localiza un jabalí infectado a 20 o 30 kilómetros del área actual.
Respecto a las vías de entrada del virus, Gortázar considera más probable la contaminación por restos de alimentos o residuos portuarios, mientras que la transmisión a través de cerdos domésticos o del transporte de jabalíes resulta “muy improbable” por la estricta normativa europea.
La PPA es una enfermedad no zoonótica:
no afecta al ser humano,
no se transmite por contacto ni por consumo de carne, incluso cruda,
y no existe vacuna actualmente disponible.
El virus es, sin embargo, devastador para el ganado porcino y para un sector que genera cerca de 300.000 empleos directos e indirectos en España.
Por ahora, todos los casos están localizados en jabalíes salvajes de Collserola. El dispositivo de vigilancia continúa activo las 24 horas, con rastreos intensivos, retirada de cadáveres y control del territorio.
Las autoridades insisten en que la situación es seria pero está bajo control, y apelan a la colaboración del sector, de las administraciones locales y de la ciudadanía para impedir que el virus salga de la zona acotada.
España afronta así una etapa decisiva: si los próximos días no aparecen casos fuera del perímetro de seguridad, el país podría contener el brote y evitar su impacto en la cabaña porcina doméstica y en su millonario negocio exportador.