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La Fundación Savia alertó ayer en un comunicado de que Andalucía es la comunidad autónoma más afectada por la tuberculosis bovina (TB) en España, con el 50 por ciento de todos los animales positivos de tuberculosis y sacrificados cuando sólo posee el 8 % del censo bovino estatal.

Esto ha supuesto que en 2014 10.000 vacas nodrizas fueran sacrificadas en el campo, "mientras los ganaderos asisten impotentes al sacrificio de sus animales y al cierre de explotaciones que fueron heredadas de sus padres y abuelos".

Según el comunicado, la fundación ha remitido sendos escritos a la Ministra de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Isabel García Tejerina, y a la Consejera de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural de la Junta de Andalucía, María del Carmen Ortiz Rivas, exponiéndole esta "grave situación" que soporta la ganadería.

En las misivas recuerda que diversos estudios ponen de manifiesto que los jabalíes y ciervos son los principales reservorios salvajes del Mycobacterium bovis causante de la enfermedad.

Estos animales, que pueden ser portadores de la TB, invaden las fincas de las dehesas, donde las vacas pastan en extensivo, y se mezclan con el ganado vacuno, con lo que la trasmisión de la enfermedad está asegurada, bien por contacto directo, bien por contacto con los comederos, bebederos, charcos o pastos frecuentados por el ganado bovino.

En ambos escritos se expone que "se está cometiendo el error de hacer desaparecer gran parte de las vacas nodrizas del campo, siempre accesibles al control y, sin embargo, se favorece y potencia la población de jabalíes y ciervos incontrolados que pueden ser portadores de la TB, en su acceso a las explotaciones ganaderas".

La Fundación Savia, tras diversas reuniones con ganaderos afectados y de su importancia para continuar con su explotación, demanda un trabajo conjunto de todas las partes.

Ello, ha apuntado, con la creación urgente de una Mesa Específica sobre la TB para tratar de resolver este problema que afecta en primera instancia a los ganaderos de vacuno y a la continuidad de la dehesa, pero también a la actividad cinegética, y como señala la Organización Mundial de Sanidad Animal, a la salud de nuestros animales, de las personas y del medio ambiente.