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El porcino español vive un momento de bonanza gracias a la fuerte demanda y a precios altos, pero mira con una mezcla de expectación y preocupación los movimientos internacionales que pueden alterar su competitividad, como los aranceles de China y Estados Unidos y el acuerdo con Mercosur.
“El ganadero por fin percibe un precio justo por su esfuerzo”, ha declarado a EFE el secretario técnico de AECERIBER, Pablo Aguirre, quien advierte de que la incertidumbre derivada de las tensiones comerciales “no gusta a la industria”, aunque matiza que “el jamón curado ha quedado fuera de los aranceles chinos”.
En esa línea, el presidente de Interporc, Manuel García, ha señalado que “todo arancel es negativo para la economía y para la sociedad”. Aunque España ha salido “mejor parada” que otros países, alerta de que el sector deberá mantener las “cláusulas espejo” para evitar que productos de terceros países entren sin cumplir los mismos estándares de bienestar animal, sanidad y medio ambiente que exige la UE.
Respecto a Mercosur, García ha subrayado que no es tanto un problema de volúmenes —“se habla de unas 25.000 toneladas de carne”— como de cómo se reglamente su entrada en Europa: “si se concentra en determinados cortes o momentos de alta demanda, puede desequilibrar el mercado”.
Otros productores comparten esta inquietud. Álvaro Aranda, ganadero en Constantina (Sevilla), asegura que “Mercosur da más miedo que los aranceles, porque es una competencia desleal absoluta. A nosotros nos exigen controles sanitarios y ambientales que allí no cumplen”.
Mientras tanto, la demanda interna sigue tirando del mercado. Para Florencio Torres, presidente de la Lonja de Extremadura, el gran reto no está en los precios actuales, sino en la capacidad de la pequeña industria. “Este año los industriales tradicionales vamos a sacrificar menos porque el abastecimiento de cerdos es caro y escaso. Estamos en un fin de ciclo y tendremos que reinventarnos”, ha apuntado.
En resumen, el ibérico mantiene ventas sólidas y prestigio, pero encara un horizonte incierto condicionado por las negociaciones internacionales y la presión de grandes competidores como Brasil.