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Los ganaderos de 253 municipios de las provincias de Avila, Salamanca, Segovia y Valladolid serán, de momento, los encargados de criar los cochinillos que han comenzado a venderse en el mercado con la marca de garantía 'Tostón de Arévalo'.

Originario de este municipio de Avila, la tradición en su cría, alimentación y a la hora de prepararlo han hecho de este producto un atractivo gastronómico que desde el 1 de diciembre cuenta con un marchamo de calidad que le permitirá promocionarse y competir en el mercado con otros cochinillos asados con "nombre", como los de Peñaranda de Bracamonte (Salamanca) y Segovia.

Así lo ha destacado ayer José Antonio Pino, presidente de la Asociación Agraria Jóvenes Agricultores (ASAJA) de Avila, entidad promotora de la marca de garantía, que ha llevado a cabo ayer en Arévalo la "puesta de largo" del producto ante hosteleros y productores.

Se trata, según ha indicado, de dar un "valor añadido" a un producto típico que se sumará a la oferta con la que ya cuenta la comarca de La Moraña, en el norte de la provincia de Avila, y que tendrá como eje, en 2013, la exposición en Arévalo de Las Edades del Hombre, un evento que se quiere aprovechar para promocionar este producto.

En este sentido, la promoción del Tostón de Arévalo continuará la próxima semana en la capital abulense y, después de Navidad, en Madrid, al considerar que la capital de España y su comunidad es el "principal" cliente.

La marca de garantía, además, permitirá hacer del turismo gastronómico un elemento más de atracción de visitantes, tal como ha resaltado el alcalde de Arévalo, Vidal Galicia, subrayando la "dinamización económica" que propulsará su producción y comercialización.

Inicialmente, el Tostón de Arévalo, que ha sido incluido ya en la marca Avila Auténtica, de la Diputación Provincial, en su gama "oro", se puede encontrar ya en cinco restaurantes de Arévalo y uno de Avila capital, mientras que han sido cuatro mayoristas y tres mataderos los que, de momento, se han adherido a la marca de garantía.

El tostón, que no podrá exceder de los veinte días de vida ni superar los 6,2 kilos de peso vivo, tendrá que ser alimentado de forma natural, irá identificado con un crotal específico y un sello a fuego y en el matadero se le pondrá una vitola identificativa, para su comercialización en carnicerías.

El comensal, en el restaurante, lo podrá identificar porque se le servirá en raciones que incluirán una banderita con el logotipo de la marca.